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teresa mulet. archivo-ruina. la casa en la intemperie
[manuel vásquez-ortega] 22.08.2022

Desde el 10 de julio hasta el 28 de agosto de 2022, la artista y diseñadora venezolana Teresa Mulet expone junto a Carmen Araujo Arte una muestra individual en los espacios de la Casa de la Hacienda La Trinidad, en Caracas. Titulada archivo-ruina: la casa en la intemperie, la exhibición se concibe como el despliegue espacial de un libro de artista, que continúa con las investigaciones situadas en contextos específicos desarrollados por Mulet en los últimos años. En esta ocasión, la artista —radicada entre Barcelona y Caracas— plantea una nueva edición de un ejercicio de su serie de Libros-Murales, un dispositivo dinámico de operaciones arqueológicas y de archivo, en los que analiza las relaciones conceptuales en torno a la ruina en la imagen y de la imagen.

 

No es posible hablar de un recuerdo sin aludir a su propio olvido, aspectos que no cesan de imbricarse en los procesos aún indescifrables de la memoria. Una reminiscencia que, atada a su propia pérdida, se convierte en la necesidad existencial de registrar los testimonios personales de una experiencia vivida. Sin embargo, al ser la escritura de la historia un recurso deseado por el poder, son muchos los relatos irresueltos, manipulados y olvidados a favor del discurso ‘oficial’ de aquellos que ejercen el mando de las narrativas y la información.

En Venezuela, el último fin de siglo y su consecuente entrada al nuevo milenio significaron la instauración de un relato ideológico prometedor por parte de sus gobernantes, siendo este acompañado por una de las catástrofes naturales más notables de la historia reciente del país: el deslave de Vargas (1999), marcado como el acontecimiento inicial de un proceso de debacle socioeconómica que atraviesa los años hasta llegar a nuestro presente en desarrollo.

Tiempo en ‘ruinas’ convertido en espacio de cavilación para la artista y diseñadora Teresa Mulet (Venezuela, 1970) quien, contextualizada en una tragedia vivida por su familia, despliega un ejercicio de su serie de Libros-Murales, un dispositivo en el que la artista plantea operaciones arqueológicas y de archivo a través de la observación del performance de una imagen impresa, así como de las dinámicas propias de la materialidad de la imagen que nos permiten preguntarnos “¿qué es re-presentar, sino presentar de nuevo (en la modalidad del tiempo) o en lugar de… (en la del espacio)?” (Soto Calderón, 2020).
 

En el hurgar de esta experiencia, Mulet encuentra un vínculo de identidad entre el vivir personal y la historia del país a través de fotografías propias y familiares, puestas en relación con archivos de prensa e imágenes apropiadas    que fungen como testimonios visuales de un recuerdo diferido del duelo, así como de la irresolución de una tragedia convertida en desamparo. No obstante, desde una distancia creada por los años, Mulet profundiza en sedimentos mnemónicos de arquitecturas arrasadas a través de imágenes que interpelan al término que se les acuña de manera inherente: la ruina, como ese escombro artificial que ‘sobrevive’ a la destrucción del tiempo —o que “retarda el momento de su muerte” (Esquirol, 2015). Pero, ¿es posible hablar de ruina en un espacio en el que la vida continúa existiendo? Dudas convertidas en Libros-Murales que toman forma y volumen a partir de la suma de fragmentos de fotografías expandidas, que se descifran y recomponen “solo al ser públicos”, haciendo evidente las estrategias archivistas de la artista, centradas en información histórica perdida o suprimida para volver a darle presencia física.
 

Por su parte, el caso de Vargas, manipulado y utilizado como propaganda oficial por muchos años de populismo gubernamental, halla en su actualidad un espacio en el que la nostalgia y el lamento tienen poca cabida ante la improvisación y el abandono. Es allí donde la violencia implícita en el olvido se expande hacia un control riguroso de la reproducción de imágenes y palabras sobre lo sucedido, haciendo de este territorio un espacio en continuo estado de excepción, ausente de toda estructura que brinde las condiciones que permiten la vida en un marco social y político adecuado. De esta manera, la omisión frente al sufrimiento se convierte en el mecanismo del poder por medio del cual la deshumanización se lleva a cabo, teniendo en cuenta que “dicha desrealización no ocurre ni adentro ni afuera de la imagen, sino a través del marco que la contiene” (Butler, 2006).

Así, en la obra de Mulet, la mirada sobre la ruina se desplaza y se enmarca en el olvido que hace precaria la existencia entre escombros —o que, por el contrario, no hace nada para evitar dicha vulnerabilidad inherente a lo humano. En esta operación arqueológica de mirar, lo no escrito toma forma a través de lo visto en el montaje de capas y fragmentos que hablan de la pérdida y del duelo, de recuerdos y realidades que hacen del territorio un terreno y del resguardo una intemperie.
 

Desde este lugar perdido entre la precariedad y el tiempo sin historia, Teresa Mulet se detiene en una explanada que reconoce como lo que en algún momento fue su casa, a la que vuelve tras un intervalo de más de 20 años para enfrentar la imagen recordada de su vivienda familiar al choque de su actualidad: un vacío delimitado por un muro en el que la morada es un recuerdo, ahora habitado por una casa container, receptáculo móvil en el que transitoriedad y movimiento dan cuenta de las dificultades de volver a hacer un hogar en la Venezuela económicamente viciada del presente.

Situada frontalmente ante el lugar en el que vivió gran parte de su infancia, la artista nos invita a cavilar a partir de imágenes fragmentadas que agonizan en su propia fragilidad, su deterioro tangible y representado a lo largo de murales que hablan de la paradoja de una casa en la intemperie, vulnerada y existente sólo en la memoria. Dispositivos que demuestran que “el mundo real se desdibuja de golpe cuando uno va a vivir en la casa del recuerdo” (Bachelard, 2006), y que a su vez le permiten pensar sobre las muchas casas perdidas y posibles que habitan en una misma intemperie extendida: la casa de la niñez, la casa soñada, la casa refugio, la casa país. Arquitecturas emocionales cuyas derivas versan sobre la necesidad de resguardo como uno de los anhelos más humanos y primarios, hoy perdido para muchos ante el desarraigo y el desplazamiento.

En este punto, Teresa Mulet vuelve y recorre distintas casas a partir de la posibilidad de una, la propia, mientras combate el olvido de sus memorias familiares a partir del cuestionamiento de una tragedia compartida. Es así como el montaje histórico de sus Libros-Murales abandona la lectura de una narración lineal para optar por la activación de un archivo conformado por imágenes dialécticas, sustituibles y en movimiento que, como toda materia, sufren cambios en la trayectoria errante hacia su propio extravío.
 

Referencias

BACHELARD, Gastón: La tierra y las ensoñaciones. Ensayo sobre las imágenes de la proximidad (2006). Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México.

BUTLER, Judith: Vida precaria. El poder del duelo y la violencia (2006). Paidós, Buenos Aires.

ESQUIROL, Josep María: La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (2015). Esquirol, Barcelona.

SOTO CALDERÓN, Andrea: La performatividad de las imágenes (2020). Metales Pesados, Santiago de Chile.

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